jueves, 14 de julio de 2016

Homo Sapiens - Siglo XXI



Buscamos. Encontramos. Queremos más. Seguimos buscando…
Vivimos a control remoto, eternamente insatisfechos.
Para estar completos necesitamos Amor o WiFi.
Cualquiera de los dos llena el vacío por un rato, pero el segundo entretiene más y no requiere esfuerzo de nuestra parte, por eso hay cada vez más gente sola que tiene “un millón de amigos”.
Ante cada publicación en las redes, esperamos ansiosos la aprobación de gente que casi ni conocemos. Disfrutamos más de los “me gusta” obtenidos que del hecho real que produjo esa publicación.
Dejamos de mirar el paisaje con nuestros ojos. Lo vemos todo “en vivo y en directo” a través de una pantalla.
Hablamos con los dedos. Las bocas quedan relegadas al mecánico acto de comer.
Cuando de pronto pasa que no tenemos en teléfono como escudo ante el amenazante mundo real, nos cuesta entablar una conversación, no logramos sostener la mirada de quien nos habla y tampoco sabemos qué hacer con las manos…

¿Era esto lo que soñábamos en el siglo pasado, cuando nos hablaban de los avances de la tecnología?
¿Imaginamos que terminaríamos sumergidos en un mundo tan solitario y extremadamente lleno de información que ya no somos capaces de procesar?
A esta velocidad… ¿cómo seremos en diez o veinte años?

PD: si te gustó, dale un LIKE… ;)

© Jenny Wasiuk

(delirios provocados por una gripe que se prolonga más de lo aceptable)

viernes, 1 de julio de 2016

Carta a mi hermano Mbya-guaraní


Hermanito querido, hoy fuiste noticia por tus pies descalzos…
Todo el país se conmovió y revolucionó por esa inocente imagen donde, con orgullo, portabas la bandera argentina, bandera que te fuera impuesta por quienes un día llegamos a tus tierras, las tomamos y quisimos obligarte a ver el mundo con nuestros ojos, cambiamos tus dioses, te obligamos a adoptar nuestras costumbres, pretendimos “domesticarte” usando los recursos más viles…
Pasaron los siglos y aún hoy seguimos sin comprender por qué seguís negándote al “progreso”, y nos escandalizamos al ver tu manera simple de honrar a Tupá, de conectarte con la madre tierra, con los animales y las plantas. Conocés -como pocos- los secretos de la selva, la hoja que cura, el veneno que mata, el panal escondido, sabés cultivar la tierra sin maltratarla, caminás por el monte sin perderte, escuchás el rumor de la selva que dicta el nombre de tus hijos, pero tenés que ponerles también un nombre “cristiano” para que puedan pertenecer al mundo que te robamos.
Nos autoproclamamos sabedores de todas las verdades, y cuantas más verdades “descubrimos”, más preguntas tenemos, en cambio vos, hermanito, vivís la vida sin preguntar, sólo existiendo, aprendiendo y honrando el conocimiento de tus antepasados.
Te impusimos un idioma, una bandera, un dios. Te obligamos a usar ropas y calzados, a vivir en casas “decentes”, rompimos la magia de tus montes, saqueamos sus riquezas, huyeron los pocos animales que sobrevivieron a nuestra codicia y hoy tenés que subsistir a orillas de las rutas o en suburbios de ciudades, mendigando y olvidando lentamente tus orígenes…
Y después nos golpeamos el pecho ante tu desdichado destino!
Quién es el salvaje entonces?

Hoy honro tus pies descalzos!
Hoy me cuesta mirarte a los ojos, y sólo puedo decirte: perdón hermanito, a nosotros, los “blanquitos”, también nos gusta andar descalzos!

©Jenny Wasiuk


viernes, 17 de junio de 2016

La sombra


El atardecer pinta de rojos y naranjas un cielo rabiosamente perfecto, anunciando la llegada incontenible de la noche y mis cavilaciones, la oscuridad y mis desvelos, las estrellas y mis penas titilando.
Salgo a la vereda con termo y mate en una mano y un sillón en la otra. Me siento a mirar y a dejarme mirar. Siempre pasa lo mismo. La gente pasa, mira sin ver, aleja la mirada y la vuelve automáticamente otra vez. Será que es tan visible la melancolía?
El eco de ese pensamiento se expande y me invade, los recuerdos se disparan, van y vuelven, giran y levantan las hojas que el otoño sacrificó, me acarician y a la vez abren una que otra cicatriz con su infalible filo.  
Un escalofrío comienza en aquel invierno lluvioso y lejano del primer beso y culmina en otro invierno, un año atrás, en que un día como hoy amanecía por última vez junto a su piel ardiente. De golpe siento frío. Mucho frío.
Sacudo la nostalgia. El mate se heló. Las nubes se agolparon y comienza a caer una fina llovizna. El aroma a tierra mojada, a invierno en puerta, a tibias sábanas precipita más recuerdos.
Vuelvo casi corriendo a la casa, tan vacía como mi alma. Abro la puerta y una sombra se escurre en la penumbra, toma el pasillo y va hacia mi antigua habitación. Voy tras ella sin encender las luces. Al final del pasillo me detengo y miro a la derecha. Ahí está, en el borde de la ventana a punto de escabullirse entre las rejas.
Nos miramos largo rato. Siempre viene a recorrer los rincones donde alguna vez compartimos tanta vida. Comienza a escurrirse, lentamente, como no queriendo irse, pero sabiendo que no hay a qué quedarse. Ya no está la cama donde alguna vez retozara incontrolable, ni están los muebles donde amontonara sus venturas. Ya no hay resquicios oscuros donde ocultarse y seguir rondándome. Y nos separa tanta herida que a estas alturas nada es igual.
Termina de irse. Cierro la ventana, salgo y cierro la puerta también. Me acurruco en la pequeña cama de mi nueva habitación y, por primera vez en mucho tiempo, me quedo dormida de inmediato.
Mañana será otro día. Un nuevo día. El vacío seguirá estando, pero la sombra...

© Jenny Wasiuk – Posadas - 10/06/2016

martes, 14 de junio de 2016

Re-naciéndonos



Desde que la luz roja
de la sala de espera
anunció tu llegada,
seguimos pariéndonos
todos los días…

A veces pujo con fuerza
dejando ir las expectativas
no cumplidas por tus libres alas;
otras, pujás vos
abriéndote paso entre nuestros miedos
para ir en busca de tus sueños.

Pero al final del día,
cuando cae la nostalgia,
flotamos nuevamente
en el amniótico amor incondicional
que, umbílico,
nunca se cortará!

A mi hija, Vanina Gisel Merlos, en su 25 cumpleaños.
Te amo infinitamente amor mío!!!


© Jenny Wasiuk

miércoles, 20 de abril de 2016

Contrasentido I


- ¡Creo que esto no va más! –dijo mientras se desplomaba en la cama... esa cama que antes provocaba sus fantasías y ahora le hacía doler la espalda.
Cerró los ojos y suspiró hondo, como escarbando en las profundidades de su ser hasta encontrar las palabras preparadas especialmente para esa ocasión.
Luego de un largo rato posó su fría mirada en ella y comenzó a hablar, pausada e ininterrumpidamente.
- Pensar que al principio te adoraba... todo era ideal... compartimos tantas cosas, tantos momentos felices, donde el tiempo parecía detenerse y las estrellas titilaban cómplices dentro de la copa del rojo vino, mientras mis anhelos más profundos se veían satisfechos con tu sola presencia. Pero el tiempo comenzó a mostrarme tus carencias. Ya no eras tan maravillosa como te había soñado. No cubrías todas mis necesidades ni mis expectativas, ni tenías la brillantez del principio. Te fuiste ajando día a día y no serviste para cubrirme las espaldas. Ahí fue que comencé a extrañar mi pasado, mi vida anterior a tu existencia, esos otros momentos donde la rutina me llevaba tranquilamente de la mano por los mismos caminos todos los días. Pensaba que aquello era lo que me había agotado, por eso decidí cambiarla por vos, pero veo que no soy capaz de esta metamorfosis, de no saber qué estaremos haciendo dentro de una hora, de vivir en el filo de la cornisa sin detenerme, adrenalizado las veinticuatro horas del día... Creí encontrar la vida que siempre soñé y aposté con los cinco sentidos a vivirla intensamente, pero no, no alcanzaste a colmar mis necesidades. Y no se te ocurra llamarme egoísta, pues no lo soy. Sabés perfectamente todo lo que he pasado en la vida, así que hoy lo único que importa es que aún sigo vivo, y seguiré haciendo lo que yo quiera, cuando quiera y con quien elija. No tenés derecho a reprocharme absolutamente nada. Me jugué, aposté todas las fichas que tenía y no fuiste lo que yo esperaba, por eso he decidido dejarte. Si no pudiste darme lo que yo esperaba, no me importa lo que pienses, sólo sé que no puedo seguir así. Volveré a usar la Mastercard!!
(Y tiró la Visa Gold a la basura)

© Jenny Wasiuk - 5 de septiembre/2005

Contrasentido II


Tenemos que hablar -dije- y debe ser ahora, sin dilaciones.
Hace un buen tiempo nuestra relación viene desgastándose sin posibilidad de solución. 
Es una constante necesitarte y que no estés. Eso sí, yo debo estar y atender tu llamado siempre, y si no lo hago, insistís hasta el hartazgo.
Así pues, a estas alturas la cosa se ha tornado tan desigual que ya no vale la pena hablar de derechos, intentar que la situación mejore o buscar soluciones donde no hay intención ni interés en cambiar.
Me ha costado mucho tomar esta decisión. La postergué desde hace tiempo con la esperanza que mejorarías; que ya -el otro mes nomás- las cosas podrían ser diferentes; que no soy la única que tiene este tipo de problemas o reclama lo mismo de la relación; que las ventajas de estar con vos son muchas; que mudar de aires luego de más de doce años no será fácil; que voy a perder los beneficios por antigüedad, etc etc
Esperé y esperé, reclamé, hice todo lo posible por no bajar los brazos, pero ya no aguanto más, se me terminó la paciencia.
Al principio, la novedad me atrapó. Caí subyugada a tus encantos. 
Prometías mucho y te creí. Los primeros años fueron maravillosos, fuiste mostrándome un mundo que jamás creí conocer. Viví experiencias inolvidables. Viajamos juntos, me brindaste la posibilidad de conectarme con personas que creí jamás volvería a ver o a saber de ellas. Pero luego fue acabándose la magia, la seguridad que te brindaba mi lealtad hizo que ya no cuidaras los detalles, que me descuidaras tanto que llegamos al punto sin retorno. Ya no creo en tus promesas ni espero que cambies. Es momento de cerrar este capítulo y abrir uno nuevo.
No sé si será mejor, pero sí diferente.
Así que, TELECOM PERSONAL, hasta acá llegué.
Bienvenido CLARO a mi vida. 
Espero que tengamos buenos y largos años de convivencia!

© Jenny Wasiuk – 20/abril/2016


jueves, 31 de marzo de 2016

Otoño en mi almanaque


Comienzan a quedar desnudos
estos brazos tibios.
Ya no hay cunas, juguetes,
ni adolescentes estridencias en el nido.
Se van desprendiendo uno a uno
aquellos viejos miedos
que otrora fueran follaje
limitando el desafío.
Atrás quedan dolores
rencores y sueños perdidos;
como las hojas al viento
se van yendo hacia el olvido.

Ya siento la vibrante savia
subir desde mis raíces,
ella nutrirá mis alas
y eclipsará las cicatrices…

©Jenny Wasiuk 

domingo, 27 de marzo de 2016

Quimera


Sé que ya no estarás
al final del camino...
Aún así corro
por si tal vez
al llegar
encuentre al menos tu perfume
y me refugie en él
como cuando estabas
en los crepúsculos diarios
y al amanecer
de cada sueño.

©Jenny Wasiuk