viernes, 1 de julio de 2016

Carta a mi hermano Mbya-guaraní


Hermanito querido, hoy fuiste noticia por tus pies descalzos…
Todo el país se conmovió y revolucionó por esa inocente imagen donde, con orgullo, portabas la bandera argentina, bandera que te fuera impuesta por quienes un día llegamos a tus tierras, las tomamos y quisimos obligarte a ver el mundo con nuestros ojos, cambiamos tus dioses, te obligamos a adoptar nuestras costumbres, pretendimos “domesticarte” usando los recursos más viles…
Pasaron los siglos y aún hoy seguimos sin comprender por qué seguís negándote al “progreso”, y nos escandalizamos al ver tu manera simple de honrar a Tupá, de conectarte con la madre tierra, con los animales y las plantas. Conocés -como pocos- los secretos de la selva, la hoja que cura, el veneno que mata, el panal escondido, sabés cultivar la tierra sin maltratarla, caminás por el monte sin perderte, escuchás el rumor de la selva que dicta el nombre de tus hijos, pero tenés que ponerles también un nombre “cristiano” para que puedan pertenecer al mundo que te robamos.
Nos autoproclamamos sabedores de todas las verdades, y cuantas más verdades “descubrimos”, más preguntas tenemos, en cambio vos, hermanito, vivís la vida sin preguntar, sólo existiendo, aprendiendo y honrando el conocimiento de tus antepasados.
Te impusimos un idioma, una bandera, un dios. Te obligamos a usar ropas y calzados, a vivir en casas “decentes”, rompimos la magia de tus montes, saqueamos sus riquezas, huyeron los pocos animales que sobrevivieron a nuestra codicia y hoy tenés que subsistir a orillas de las rutas o en suburbios de ciudades, mendigando y olvidando lentamente tus orígenes…
Y después nos golpeamos el pecho ante tu desdichado destino!
Quién es el salvaje entonces?

Hoy honro tus pies descalzos!
Hoy me cuesta mirarte a los ojos, y sólo puedo decirte: perdón hermanito, a nosotros, los “blanquitos”, también nos gusta andar descalzos!

©Jenny Wasiuk


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