domingo, 17 de octubre de 2010

Manos

“Siempre admiré las manos de mis maestras, por eso quería ser maestra cuando sea grande” -decía mirándose las suyas, ajadas por el trabajo duro en la finca mendocina donde se crió.
Luchó a capa y espada hasta ver convertido su sueño en realidad recién a los 29 años. Pero en el día que se recibió, la alegría se convirtió en angustia: la enviaban a Misiones, un lugar desconocido y lejano donde -comentaban- habían víboras por todos lados, yaguaretés salvajes y mosquitos ponzoñosos.
Sus manos se fueron ajando cada vez más. “La tiza me hace mucho daño” -decía- y seguía amasando el pan, limpiando la huerta, cortando leña con el hacha, sacando agua del pozo, lavando ropa a mano o fregando el piso de madera de la casa, hasta dejarlo blanco.
La primera señal de su enfermedad la dieron sus manos. “No sé qué me pasa, estoy escribiendo y la birome se me escapa de los dedos” -dijo una vez-. Años después la llevé a la capital y el chequeo dio su veredicto: Artritis reumatoidea.
Comenzaron a deformarse precipitadamente. Ya ni las miraba.
Probamos todas las recetas. Todos los medicamentos y consejos. Nada sirvió.
Aquel día del niño del ’95 fue el principio del fin. La llamada de mi padre, que nunca hubiera querido recibir, marcó el punto de partida.
Desnuda y sin sus paladares, en la fría sala de terapia, no quería que la vieran así. Se tapaba hasta la nariz cuando entrábamos.
Llegó el día del maestro y cuando le llevé una plantita de regalo, sacó cuentas de los días que llevaba internada. Eran muchos.
Traté de animarla diciendo “Viste mamita, ya falta poco para la primavera!”
Me miró con esos profundos ojos verdes que hasta hoy me acarician, y dijo: “No. Ya estoy en el invierno de mi vida. No habrán más primaveras…”
El crepúsculo del 20 de septiembre caía en la ciudad, y cayeron sus párpados para siempre.
Sus manos ya no serían un problema.
Se llevaron una flor que le puso mi hijo de 7 años, como pudo, entrelazada entre los dedos.

Pero a pesar de todo, Mamá, tus manos hoy siguen acariciándome convertidas en viento y lluvia…

© Jenny Wasiuk

viernes, 3 de septiembre de 2010

Déjà vu


Simetría inversa
-pero simetría al fin-
la de nuestros nombres
En el cóncavo y convexo
de los cuerpos
la luna,
redondeadora de sueños,
se esconde cada vez más
y una fría turbulencia
comienza a desmenuzar la aurora…
Sola,
una lágrima se derrite
antes de nacer
y el pañuelo blanco
se suicida
por no tener trabajo
ni compañía.
Es así
como se escriben las historias:
déjà vu
y luego el génesis
una vez más…

© Jenny Wasiuk

viernes, 18 de junio de 2010

45º round


Mis ganas
besan la lona
y las dos tiramos los guantes
en la oscura esquina
del cuadrilátero.
Nos miramos
con ojos casi vencidos
y sin decir más
nos escurrimos
hacia la platea
en espera del próximo round

© Jenny Wasiuk

domingo, 6 de junio de 2010

Nació "Cardinales"!!!

Presentación de CARDINALES 14 de mayo de 2010 Paseo Bosetti - Posadas - Misiones - Argentina

Algo de nosotras:

Carta de Navegación

Somos antípodas, paradas a pies descalzos en cada margen opuesto de la vida, somos mujeres, somos viento, somos preguntas.
Elegimos definirnos en las diferencias (N-S-E-O) y nos encontramos unidas en el centro mismo de la palabra para descubrirnos complementarias en oposición, en nuestros temas que se conectan en la intermitente fijación de sabernos puntos cardinales que sostienen. Puntos al fin, imprescindibles para descifrar el laberinto incierto que es la vida.


Para adquirir la obra, por el momento deberá contactarse con las autoras:

Norte: Dana Salas

Sur: Beatriz Bordón

Este: Jenny Wasiuk

Oeste: Vanessa Vargas Velazquez

Sitio web:
http://www.cardinales2010.blogspot.com/

viernes, 9 de abril de 2010

Otoño


Entre pestañas tupidas
y prolijamente maquilladas
se descuelga, tímidamente,
una vieja nostalgia.
Resbala distraída por el pómulo.
Aterriza en el cuello de la camisa
y se desvanece, como el pasado,
entre pañuelos blancos y salados besos.

El otoño siempre me produce el mismo efecto…

© Jenny Wasiuk

viernes, 2 de abril de 2010

Abril


Las hojas levantan vuelo, abandonando el tibio regazo que las vio nacer.
Un mundo fascinante de libertad las espera, y así van, girando y girando, tras sus sueños.
El árbol, con ternura infinita, las ve marcharse, ocultando su cabeza llorosa entre las despojadas ramas.
Una madre llega a la estación acompañando a su largo muchacho, con ojos de niño y rostro minado.
Mientras él disimula el pánico riendo fuerte y prometiendo victoria, ella se deshace en recomendaciones y mocos. El joven y las hojas levantan vuelo.
Árbol y madre se quedan, con los brazos en alto como estatuas grotescas, despidiendo al fruto de sus cuerpos. El otoño apresuró el paso.

Las hojas abonaron la tierra del parque.
El joven, en Malvinas, abonó una utopía.
Nosotros, cada 2 de Abril, nos prometemos más memoria…

© Jenny Wasiuk

domingo, 28 de marzo de 2010

Grito



Desde el fondo fetal de la impotencia
surge este ser que hoy te espanta.
Surge despojado de obediencia
y viene a desnudarte la autocracia.
Tiene navajas en las manos blancas
y vampírica sed de justiciero.
Tiene en los ojos fresco aguacero
de rebeldes salitres guerrilleros.

Tiene una pluma impaciente y obstinada
por manchar de tinta lo que escondes
y en la boca le espuman los ultrajes
a tu pueblo inocente y postergado.

Este ser al que temes y soslayas
Se llama, simplemente…
LA PALABRA.

© Jenny Wasiuk

Pyporepó, mi tercer "hijo"

El 24 de Febrero, en el marco de la "10a Feria del Libro Chaqueño y Regional" tuve la oportunidad de presentar mi tercer libro: PYPOREPÓ (las huellas de mis manos), editado por mi amigo Theo Barrios, de Eldorado (Th Barrios-Rocha Ediciones)
Pyporepó

Qué extrañas consignas las incitan?
Qué lóbregos relámpagos?
Qué espectros?
Qué lluvias arcaicas?
Qué simas sin cima?
Qué oscuridad deslumbrante?
Qué salvajes instintos
renacen indomables
en este entorno hipotecado?
Sólo sé que mis manos
inquietas y enardecidas
garabatean persistentes
en el escenario oblicuo de la vida.

© Jenny Wasiuk