Tenemos que hablar -dije- y debe ser ahora, sin dilaciones.
Hace un buen tiempo nuestra relación viene desgastándose sin
posibilidad de solución.
Es una constante necesitarte y que no estés. Eso sí,
yo debo estar y atender tu llamado siempre, y si no lo hago, insistís hasta el
hartazgo.
Así pues, a estas alturas la cosa se ha tornado tan desigual
que ya no vale la pena hablar de derechos, intentar que la situación mejore o
buscar soluciones donde no hay intención ni interés en cambiar.
Me ha costado mucho tomar esta decisión. La postergué desde
hace tiempo con la esperanza que mejorarías; que ya -el otro mes nomás- las
cosas podrían ser diferentes; que no soy la única que tiene este tipo de
problemas o reclama lo mismo de la relación; que las ventajas de estar con vos
son muchas; que mudar de aires luego de más de doce años no será fácil; que voy
a perder los beneficios por antigüedad, etc etc
Esperé y esperé, reclamé, hice todo lo posible por no bajar
los brazos, pero ya no aguanto más, se me terminó la paciencia.
Al principio, la novedad me atrapó. Caí subyugada a tus
encantos.
Prometías mucho y te creí. Los primeros años fueron maravillosos, fuiste
mostrándome un mundo que jamás creí conocer. Viví experiencias inolvidables. Viajamos
juntos, me brindaste la posibilidad de conectarme con personas que creí jamás
volvería a ver o a saber de ellas. Pero luego fue acabándose la magia, la
seguridad que te brindaba mi lealtad hizo que ya no cuidaras los detalles, que
me descuidaras tanto que llegamos al punto sin retorno. Ya no creo en tus
promesas ni espero que cambies. Es momento de cerrar este capítulo y abrir uno
nuevo.
No sé si será mejor, pero sí diferente.
Así que, TELECOM PERSONAL, hasta acá llegué.
Bienvenido CLARO a mi vida.
Espero que tengamos buenos y
largos años de convivencia!
©
Jenny Wasiuk – 20/abril/2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario