Comienzan a quedar desnudos
estos brazos tibios.
Ya no hay cunas, juguetes,
ni adolescentes estridencias en el nido.
Se van desprendiendo uno a uno
aquellos viejos miedos
que otrora fueran follaje
limitando el desafío.
Atrás quedan dolores
rencores y sueños perdidos;
como las hojas al viento
se van yendo hacia el olvido.
Ya siento la vibrante savia
subir desde mis raíces,
ella nutrirá mis alas
y eclipsará las cicatrices…
©Jenny Wasiuk
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