
He brotado desnuda
en el corazón rojo
de una tierra sin mal.
Transité sus arterias
en descalza
e inocente niñez
ausente de memorias,
hasta el límite
de la ingenuidad
donde tuve que vestirme
-irremediablemente-
con máscaras de silencio
de obediencia
de miedo
de culpa
de madre responsable
Desde entonces
comencé a morir
sin sombra ni rumbo
desandando la esperanza
perdida
asfixiada
invisible…
Hasta que un día
volví a desnudarme
en poesía…
© Jenny Wasiuk