lunes, 29 de junio de 2009

Priscila


…Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.
(Neruda)



No hubo anuncio,
ni festejo, ni arrebato.
No hubo espera,
ni cajas de colores
llenándose de sueños y esperanza.
No hubo angustia,
ni alegría, ni revuelo…
No hubo colina creciente ante las ansias
ni un nido preparándose al cobijo.
No hubo carteles luminosos en los ojos
ni sospecha siquiera de tu arribo.

Sólo llegaste, frágil y pequeña,
agitando con círculos concéntricos
el remanso otoñal en que vivía

© Jenny Wasiuk